CONEXIÓN DE ACCESORIOS A BOMBONAS
1 Algunos accesorios de conexión pueden tener una arandela de estanqueidad que será necesario introducir en el racor de empalme.
2 Ciertos reguladores se empalman al dispositivo de salida de la bombona mediante apretado, que suele hacerse en sentido inverso al de las agujas del reloj.
3 EI tubo flexible especial para conducto de gas tiene que estar dispuesto siempre de manera que no forme ángulos ni espiras comprimidas.
4 Una vez cortado el tubo a la medida necesaria se introduce a presión en el terminal del regulador, que está provisto de unos resaltes anulares.
5 Para asegurar una buena obturación convendrá recurrir a una abrazadera regulable que comprima el tubo, pero evitando que por un exceso de apretado se corte.
6 El otro extremo del tubo flexible se empalma en el apéndice de toma de combustible que ya tienen, para el caso, los aparatos de consumo.
7 Después de abrir la llave de paso del regulador de la bombona, se recubren las partes de los elementos de conexión con agua jabonosa. Si hay alguna pérdida, se forman burbujas en el punto donde se halla el escape.
8 Hay productos especiales que sirven para detectar si existen pérdidas de gas. Suelen ser espumas que se proyectan sobre los puntos de empalmado.
9 En el caso de que haya una fuga de gas en los empalmes, son muy perceptibles las burbujas que se forman. Entonces se tendrá que revisar la conexión.
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Bombonas
■ Las bombonas de GLP (de butano o propano) se adquieren (o mejor dicho se adquiere sólo su contenido, ya que la botella se concede únicamente a título de utilización y previa justificación de empleo, limitándose incluso su número) por medio de los servicios de distribución y venta establecidos en diversos puntos urbanos a donde se tiene que acudir, o bien recibiéndolas a domicilio, previa petición o según una entrega periódica establecida.
■ Teóricamente cada bombona nueva viene sellada y en su cara externa se indica la capacidad de los distintos tamaños de recipiente. En la práctica no siempre están los precintos o, debido a las manipulaciones del transporte, no están en perfecto estado. Lo más habitual es que el cerramiento quede limitado a un casquillo de plástico que encaja apretadamente con el tapón-válvula de la bombona. Naturalmente, es indispensable sacar este casquillo de plástico antes de efectuar la conexión.
■ Reglamentariamente el gas contenido en la bombona no debe superar el 1,80 %
del volumen de la misma. Se halla en estado líquido y está sometido a una presión tal que no puede ser utilizado sino es a través de un «reductor de presión» que forma parte de un solo accesorio del mismo dispositivo de apertura y cierre de paso del gas. Este accesorio es el que se monta directamente con el tubo flexible, empalmado con el aparato de consumo. O sea que cada aparato de consumo debe tener su tubo de conexión provisto del conveniente reductor, siendo posible, por lo tanto, emplear una misma botella en uno u otro aparato según convenga, si bien lo procedente es dotar a cada aparato de su respectiva botella, evitando así tener que realizar más manipulaciones de las que sean imprescindibles.
■ Salvo raras excepciones, el accesorio de empalme (al mismo tiempo regulador) a la botella suele entrarse a presión en el cuello de la bombona, en donde está la válvula de obturación. La entrada en el cuello se logra levantando una arandela situada en la parte inferior del regulador y que, al mismo tiempo, es un retenedor del accesorio cuando se ha logrado encajarlo en el cuello, retención que se consigue empujando hacia abajo dicha arandela. El cerramiento y a la vez la estanqueidad entre accesorio y cuello de la bombona se logra por compresión periférica.
■ Normalmente, los accesorios reguladores ya están dispuestos para ofrecer un suministro regular y continuo de gas para el consumo de los aparatos que, a su vez, están preparados adecuadamente para ello. Excepcionalmente puede haber reguladores que permitan una graduación voluntaria del paso del gas, para un mayor o menor suministro. Ahora bien, es muy importante que esto se haga con perfecto conocimiento de causa y siempre con la debida autorización para el caso específico.
■ En ciertas bombonas, especialmente en aquellas pequeñas que se utilizan para aparatos manuables, el empalme entre recipiente y accesorio se realiza por enroscado. En pequeñas bombonas de butano, como las que se utilizan para camping y también para soldadura, puede darse el caso de que una vez enroscada la botella ya no se pueda desenroscar hasta que se haya producido el completo agotamiento del depósito ya que éste no dispone de válvula de obturación automática en el caso de desenroscar el aparato de consumo.
■ Las bombonas, cualquiera que sea su tamaño, deben mantenerse siempre en posición vertical y en locales aireados.
Contadores y grifos de paso del gas
■ Del mismo modo que ocurre con el servicio de electricidad y de agua, en las viviendas a las que se suministra gas ciudad o gas natural hay un conjunto de contador y grifo de paso que, en el caso concreto del gas, está siempre situado al aire libre, ya sea en una de las paredes exteriores de la casa o bien dentro de un patio, en un edificio plurifamiliar.
■ Tal como ocurre con los otros servicios, el contador es propiedad de la compañía suministradora y cualquier percance que se produzca debe ser subsanado por una persona autorizada por ella.
■ Al estar situados al aire libre, no es raro que en los grifos de paso que dan entrada al gas en la vivienda se produzcan oxidaciones que dificulten el accionamiento de las llaves encargadas de abrir y cerrar el paso del fluido. Es conveniente, pues, vigilar que no se originen entorpecimientos en el manejo de la llave. Si se toma la precaución, tal como es aconsejable, de cerrar cada noche el paso del gas y volverlo a abrir al día siguiente, no es frecuente que se produzca un atoramiento en el manejo de la llave. En cambio, de no proceder así, es posible que los efectos de la oxidación, al no haber movido la llave durante mucho tiempo, se manifiesten claramente y, lo que es peor, que ello ocurra cuando se desee cerrar el paso del gas al ausentarse de la vivienda por una temporada.
■ Una manera de evitar que se produzca un atascamiento de la llave consiste sencillamente en lubricar la espita y accionar la llave después de haber aplicado el lubricante. Se procurará emplear lubricantes que tengan mucho poder de penetración en las rendijas de dispositivos con juego, de los cuales hay una gran oferta en el mercado, incluso en forma de spray.
La bombona de gas licuado es potencialmente algo muy peligroso. Si no es manejada correctamente puede ocasionar fugas de gas, incendios y explosiones. Lo que no debe nacerse nunca es intentar localizar eventuales escapes con una llama (¡práctica peligrosísima!), ni tampoco intentar sacar el accesorio reductor sin haber cerrado antes la llave que lleva incluida. Por otra parte, no hay que actuar jamás en la bombona, ni cortándola ni agujereándola. Tampoco hay que colocar los recipientes horizontalmente, ni para guardarlos ni durante su utilización.
Empleo del gas y conexión
■ Cuando una vivienda está dotada de un suministro de gas desde una red exterior, el gas entra en la casa a través de tubos metálicos que deben estar colocados en la parte exterior y tener el mínimo recorrido por el interior de la vivienda desde el punto en donde se halla el contador y la espita de paso. Los tubos que tengan que recorrer el interior estarán siempre al descubierto, no podrán quedar cubiertos por ningún armario, y los sitios recorridos han de poseer aberturas al aire libre para garantizar una evacuación conveniente.
■ Ahora bien, cuando en vez de gas ciudad o natural suministrado por una red urbana, se emplea una bombona de GLP (ya sea de butano o de propano), dicha bombona se sitúa normalmente junto al mismo aparato de consumo. Pero una instalación más racional debería estar constituida por una o dos bombonas colocadas en el exterior de la vivienda, convenientemente protegidas de la intemperie y provistas de conductos metálicos hasta llegar al punto de utilización.
■ El enlace entre el terminal del conducto metálico o, en el caso del gas embotellado, entre la misma bombona y el aparato de consumo, se realiza por medio de un tubo flexible que se vende en las casas especializadas y en las ferreterías. Este tubo deberá estar adecuadamente homologado y llevar inscrita la fecha límite de su posible utilización, puesto que el material de que está hecho tiene inexorablemente un plazo de caducidad debido al deterioro natural al aire libre y a la misma acción del gas que circula por él. Este tubo flexible debe ser suficientemente largo de modo que no quede tenso ni dé lugar, a la formación de ángulos con codos y estrangulamientos.
■ El sistema normal de fijación del tubo respectivamente a la boca de la espita y a la embocadura del aparato de utilización, consiste en la entrada forzada de ambos extremos del tubo en los correspondientes terminales de salida de la canalización y de entrada al aparato. Tanto uno como otro consisten en unas embocaduras metálicas abolladas con resaltes estriados. Para garantizar una buena conexión y evitar asimismo que a causa de un desplazamiento pueda desprenderse el tubo en uno u otro de los terminales metálicos, suele reforzarse la estabilidad del tubo mediante una abrazadera metálica gra-duable.
■ Pero es preciso tener mucho cuidado al colocar esta abrazadera, pues por un exceso de precaución podría quedar demasiado apretada, provocando grietas en el tubo con la consiguiente fuga de gas. Lo cual también puede producirse si se mueve con mucha frecuencia el aparato de un sitio a otro.
■ Una manera de evitar esta posibilidad consiste en forrar el tubo de conexión con otro más blando y cuyo calibre interior corresponda al exterior del tubo normal de utilización. Esta protección solamente es necesaria en cada uno de los extremos y lo mejor es fijar cada extremo del forro con sus correspondientes abrazaderas.
Riesgos y peligros
■ Además del riesgo de envenenamiento ocasionado por el óxido de carbono (solamente en el caso del gas ciudad), el uso de cualquiera dé los tres tipos de gas citados comporta dos graves riesgos: de incendio y de explosión. De todos modos, para que ambos accidentes puedan ocurrir es preciso que se expanda una gran cantidad de gas dentro de un ambiente cerrado, es decir que se produzca lo que se llama una «fuga de gas».
■ Puesto que los tres tipos de gas son prácticamente inodoros, las compañías suministradoras habitualmente proceden a «odorizarlos» añadiéndoles gases no tóxicos pero que tienen un olor característico, más bien repugnante. Ésta resulta ser la mejor manera de que el olfato detecte inmediatamente una fuga de gas, por pequeña que sea.
■ Cuando se produce una fuga, el gas se difunde rápidamente por el ambiente y, al mezclarse con el aire, puede dar lugar a una mezcla altamente explosiva bastando, para que ello se produzca, una simple chispa cuando no una clara llama. La chispa puede ocasionarse simplemente al conectar un interruptor, un enchufe o pulsar un timbre. Aunque la mezcla de gas y aire no sea capaz de provocar una explosión, resulta igualmente inevitable el incendio que, si bien puede no ser muy intenso, si no es apagado rápidamente puede ser alimentado por el gas que se escapa.
■ Por ello, una de las primeras normas a tener en cuenta es la de cerrar siempre -particularmente durante la noche o cuando se abandona el hogar por cierto tiempo- la espita principal de entrada del gas (situada cerca del contador y al aire libre) o bien la de la bombona.
EL GAS DOMÉSTICO Y SUS IMPLICACIONES
El gas se ha convertido en algo tan corriente que no se le da casi importancia. Son muchas las personas que ignoran todos los peligros que supone el gas de cualquier tipo, o que no valoran los riesgos que entraña.
El gas como producto industrial data de finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando Lebon en Francia, Mudrock en Inglaterra y Minckelers en Holanda iniciaron la destilación seca de la hulla, empleándose principalmente como combustible para la iluminación (por eso se le llamó «gas de alumbrado»). Pero a mediados del siglo pasado ya se empezó a utilizar el gas para la cocción de los alimentos, y hacia 1880-1890 los aparatos domésticos para consumo del gas diferían ya muy poco de los que hoy en día se emplean. Actualmente, el gas como combustible se emplea para la iluminación, la cocción, el calentamiento del agua del baño y la calefacción. Su relativo bajo coste y la facilidad de su empleo han sido las principales causas de la difusión del gas.
Los distintos tipos de gas
Además del ya citado gas de alumbrado (pero que se utilizó igualmente para otras finalidades particulares, industriales y públicas), hay otros tipos de gas que se consumen y que no proceden de destilación de la hulla. Entre los gases manufacturados están también los procedentes de coquería, entre los cuales se halla el denominado «gas ciudad», que suele ser una mezcla, y al que se le suele oponer el «gas natural», obtenido directamente de pozos naturales. El gas natural antes era utilizado únicamente en las cercanías de los mencionados pozos, pero hoy en día se transporta por diversos medios desde los sitios en donde hay gran producción hasta otros más o menos alejados. En muchas ciudades el gas natural ha reemplazado al gas manufacturado o bien se emplea para enriquecerlo.
■ El gas de alumbrado o gas ciudad, si bien es el más económico, también es el que tiene menos poder calorífico (alrededor de unas 4.500 cal/m3). Por este motivo ha sido objeto de mezclas con otros tipos de gas de mayor capacidad calórica. El gas ciudad tiene un inconveniente muy importante: va acompañado de óxido de carbono, gas extremadamente venenoso y muy peligroso al ser inodoro. Por otra parte, la destilación del carbón requiere, además, la depuración del gas de otras sustancias muy tóxicas, como el ácido cianhídrico y el sulfuro de hidrógeno.
■ El gas natural o gas metano es un producto que se formó en épocas geológicamente pretéritas, de manera paralela al petróleo. Tal como se ha dicho, ahora es transportado ya sea por larguísimas conducciones (inclusive a lo largo de los fondos marinos), o bien, después de haber sido licuado, rellenando grandes tanques de buques especialmente destinado, a este fin. También cabe la posibilidad de transportarlo en tanques acoplados a vehículos, según las necesidades.
El gas natural tiene un poder calorífico bastante más elevado que el gas ciudad (alrededor de 9.000 cal/m3) y no contiene productos tóxicos.
■ Junto al gas ciudad y al gas natural o metano, están los gases obtenidos gracias al petróleo. Estos «gases licuados del petróleo» o, tal como se les llama, GLP son una mezcla de gas butano y propano (que también pueden ser de origen natural como el metano y asimismo extraídos de pozos) y resultan ser un producto secundario del petróleo durante su manipulación para la obtención de otros productos más valiosos.
Contrariamente al gas natural, que resulta de difícil licuación, tanto el butano como el metano suelen almacenarse en estado líquido en grandes tanques a presión. Luego, pero siempre en estado líquido, se transfieren a recipientes más pequeños para facilitar su traslado y manipulación. Estos recipientes son lo que se designa con el nombre de bombonas, que pueden ser de diferentes tamaños según la finalidad a que se destinan: vehículos alimentados con GLP, usos domésticos, empleos auxiliares para oficios e industrias, camping, etc. En cambio, en los puntos de gran consumo (hoteles, restaurantes rurales que carecen de suministro urbano de gas ciudad o natural, etc.) cada vez se difunde más el empleo de tanques fijos, dispuestos en un lugar aparte pero cerca de las construcciones, y que periódicamente suelen ser reabastecidos con autocisternas del servicio de distribución.
■ El GLP tiene un poder calorífico muy elevado (hasta unas 12.000 cal/m3) y no contiene productos tóxicos. Pese a ello, es el gas que presenta mayores peligros pues la mayoría de las bombonas se instalan en el interior de las viviendas y, además, suelen ser manipuladas por personas inexpertas o que no dan suficiente importancia al riesgo que supone su manipulación.
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