1. Se pule o lija cuidadosamente la superficie exterior de los tubos y la interior del manguito para que la soldadura tenga más agarre.
2. Se extiende el flux (con poco mordiente) en las superficies que entrarán en contacto mediante un pincel o una pequeña espátula limpia.
3. Se alojan los tubos a fondo en el accesorio de empalme y se enjuga el flux sobrante con un trapo. De ello depende el buen resultado.
4. Se calienta la superficie del accesorio con la llama del soplete. Esto solamente se hace si los extremos del accesorio están muy próximos.
5. Se concentra luego la parte más caliente de la llama (zona azul en el caso de un soplete) sobre las juntas de soldadura.
6. Se aparta la llama al empezar a fundirse la soldadura, se pivota el accesorio sobre el tubo y se calienta hasta que aparezca el anillo de estaño.
7. Si el anillo no resulta uniforme se vuelve a calentar el extremo del accesorio después de haber envuelto el resto del mismo con un trapo húmedo.
8. Se calienta el conjunto del accesorio y se marca una referencia para poder detectar cualquier eventual movimiento del tubo.
9. Cuando el metal se ha calentado y ha provocado la fusión de la soldadura se aparta la llama y se apoya el hilo de soldadura en los bordes del accesorio.
10. Se consolida la unión con puntos de soldadura cerca del borde del accesorio. Si lleva soldadura incorporada se hará al aparecer el estaño por el borde.
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Realización de una soldadura por capilaridad
Se empieza acondicionando los extremos de los elementos que hay que empalmar tal como se haria para un empalme con racor por compresión. Se pasa por la superficie lana de acero o tela esmeril, tanto en el exterior de la tubería como en el interior del manguito. Luego se desengrasa con disolvente o con aguarrás para asegurar una buena adherencia.
Se untan con flux las superficies que se desea empalmar. Se introducen los tubos dentro del accesorio hasta que hagan tope y se limpia el sobrante de fundente.
Si se utiliza un manguito con soldadura incorporada bastará calentar uniformemente todo el contorno hasta que aparezca una corona de estaño por encima del borde. Se intenta hacer girar el o los conductos manteniendo siempre la llama sobre el manguito. Esto favorece la penetración por capilaridad, aunque, normalmente, si hay un buen encaje entre los elementos, los tubos no deberían poder moverse. Se evitará un recalentamiento, ya que podría neutralizar la acción del flux y ennegrecer o incluso perjudicar la soldadura.
Si, por el contrario, se emplea manguito sin soldadura incorporada, se calienta el accesorio hasta que alcance una temperatura capaz de fundir la soldadura cuando se aproxime a los bordes o bien a los agujeros previstos en el manguito. La soldadura se extiende por sí misma en el interior del empalme. En este caso el estaño funde no por el calor de la llama sino por la acción del que le comunica el accesorio. Si funde mal quiere decir que éste no ha sido calentado suficientemente y que hay que continuar calentándolo. Cuando el manguito está saturado de soldadura no hay inconveniente en pasar otro anillo de soldadura aplicando el hilo en los bordes para asegurar una buena unión. Se hará lo mismo con los manguitos con soldadura incorporada.
Debe evitarse tocar los empalmes realizados mientras se enfrian, ya que ello podría comprometer la solidez de la junta si se mueven los tubos en el interior de los manguitos cuando la soldadura empieza a endurecer. Es aconsejable marcar una referencia en los conductos después de haberlos introducido a fondo en el manguito con el fin de detectar más fácilmente cualquier eventual retracción de los elementos.
Si un tubo se afloja mientras se está procediendo a la soldadura de un conjunto, se vuelve a introducir rápidamente en su alojamiento. Cuando la soldadura haya endurecido se limpia concienzudamente el sobrante para eliminar los residuos corrosivos del flux.
Es preferible soldar todos los extremos o terminales de un manguito múltiple al mismo tiempo, pero siempre a condición de que los extremos de las tuberías se hallen muy próximas. En el caso que una de ellas presente algún problema de unión o se tenga que calentar con más intensidad que las demás (o rehacerla más tarde) se envuelve el resto del manguito con un trapo húmedo, de manera que no se recaliente dando lugar a que las soldaduras existentes y sólidas se fundan. Si la soldadura que está fundiendo se difunde con dificultad en el interior del manguito es preciso volver a empezar.
Si se han utilizado accesorios con soldadura incorporada será conveniente asegurarse de que la corona de la soldadura se ha formado correctamente, ya que de lo contrario la junta resultará ineficaz.
Precauciones en el uso
Se debe evitar en lo posible trabajar en lugares cerrados y de difícil acceso. Solamente con ello se simplificará enormemente el trabajo. Por lo tanto, si las piezas que hay que empalmar son des montables, o si aún no han sido colocadas en su sitio, se fijarán firmemente en un tornillo de banco o en una mesa. Si se prefiere fijar el soplete en lugar de los elementos de tubo será preciso usar guantes especiales para no quemarse mientras se sujetan los tubos. No hay que olvidar que el cobre es un excelente conductor del calor y por lo tanto conviene que estos guantes tengan mucha resistencia al mismo. Los guantes de caucho o de resinas sintéticas, por ejemplo, no son adecuados, ya que se reblandecerían y fundirían adhiriéndose a la piel, ocasionando graves quemaduras. Los guantes protegerán asimismo de la llama, que no siempre es visible en toda su longitud.
No se debe dirigir nunca la llama hacia sí y, a menos que el soplete de que se disponga esté equipado con un dispositivo de protección especial que resbale o se pueda situar tras la llama, se aislarán los materiales inflamables con una placa de amianto, un trozo de fibrocemento o una baldosa cerámica, evitando asi un riesgo de incendio. Finalmente, se graduará la llama de manera que se con centre todo lo posible.
He aquí cómo hay que proceder: Se empieza calentando progresivamente y de manera uniforme el lugar donde deberá realizarse el empalme (o la parte de tubo que hay que curvar) de modo que toda la superficie se caliente con el extremo de la llama; luego se acerca ésta al sitio preciso que hay que soldar o curvar. Se continúa calentando hasta que el metal alcance la temperatura de fusión de la soldadura (o hasta que empiece a enrojecer).
Soldadura blanda con soplete.
El curvado de tubos de cobre y su empalmado mediante racores soldados por capilaridad constituyen dos aspectos importantes de la fontanería. Sin embargo, debido al hecho de que ambas acciones requieren la utilización de un soplete, estas técnicas de acodado y de soldadura han sido esquivadas por el bricolador en beneficio de otros sistemas quizá más simples pero mucho más costosos y menos eficaces.
El empleo de un soplete no presenta, sin embargo, muchas dificultades, tanto si se destina a trabajos de fontanería como a cualquier otra aplicación decorativa que el bricolador tenga que realizar. Lo que en realidad causa cierta impresión es que se trata de un instrumento peligroso, que requiere, evidentemente, unas precauciones en su uso. Señalemos desde ahora que un soplete debe quedar guardado en un lugar aireado y perfectamente estable.
Los diferentes tipos de sopletes.
Existe una gran variedad de sopletes, desde los modelos más sofisticados, reservados al uso de profesionales, hasta las simples lamparillas de soldar, para trabajos corrientes de bricolaje. Éste es el caso de las lamparillas alimentadas con butano, que son de fácil manejo y baratas. Un conjunto de boquillas intercambiables con llamas de diferente poder, multiplica la gama de los trabajos realizables con estos sopletes.
Indispensable como instrumento para soldar, el soplete sirve igualmente para recocer las tuberías de cobre crudo a fin de hacerlas más manejables.
Se puede curvar un tubo de cobre crudo sin haberlo calentado previa mente, pero hacerlo en caliente facilita enormemente el trabajo. La técnica es sencilla: se calienta progresivamente la parte de tubo que hay que acodar hasta que empiece a adquirir un tono rojizo; a continuación se sumerge dentro de agua para que se enfríe rápidamente. Si no hay manera de desplazar el conducto hacia un depósito se vierte agua directamente sobre el tubo. En el comercio se encontrará tubería recocida, pero es mucho más cara que la cruda. Es, por lo
tanto, un gasto que no tiene justificación, ya que el recocido de la tubería no presenta ninguna dificultad.
La herramienta imprescindibles para ejecutar este tipo de trabajo es un soplete. De ellos existen en el mercado diversos tamaños, pero para el empleo en casa es suficiente uno de tamaño pequeño con su correspondiente carga, fácil de sustituir. Para cortar los caños de cobre utilizaremos un cortacaños. Esta herramienta, como se puede ver en la fotografía número 1, dispone de una rueda a la que haremos girar alrededor del tubo apretando a la vez la tuerca, de esta manera se producirá un corte limpio y recto.
En la misma herramienta tenemos una punta de flecha, ver fotografía número 2, que nos servirá para eliminar la rebaba que se produce en la parte interna del caño al efectuar el corte.
También necesitaremos estropajo de aluminio, estaño y fundente.
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